
En la Casa del Hombre Doliente,
el amor de Cristo es alivio, consuelo y esperanza.
Cada día, cientos de hermanos viven el dolor de una enfermedad en soledad y sin recursos.
Pero el sufrimiento no tiene la última palabra.


Desde la fe en Cristo y el amor al prójimo, acompañamos con dignidad a quienes más lo necesitan.
Porque servir a los enfermos, es servir a Dios.
Sanamos corazones, fortalecemos el espíritu y abrazamos con esperanza.
Aquí no solo cuidamos cuerpos…


Dona, ora, comparte tu tiempo. Haz parte de esta misión de amor.
Un gesto de amor puede cambiar vidas.
“Estuve enfermo y me visitaste…”
– Mateo 25:36
Jesús vive en cada uno de nuestros hermanos que sufren.
En nuestra Fundación creemos que tu voz cuenta
Si tienes preguntas, sugerencias o deseas saber más sobre nuestros programas, cuidados, iniciativas, no dudes en ponerte en contacto con nosotros